Nuestra Casa Museo alberga en su biblioteca catorce ediciones de la obra “El santo de la Espada, vida de San Martín”, basada en la historia de nuestro prócer y escrita por Ricardo Rojas.
La primera edición de la biografía había sido publicada en el año 1933 y desde 1945 salían al mercado editorial nuevas ediciones que tenían gran éxito de ventas.
Una de ellas está ilustrada por encargo por el pintor rosarino Antonio Berni con un total de dieciséis acuarelas, editado por Losada, especialmente realizada en 1950 para conmemorar el centenario del fallecimiento de San Martín. Berni en aquella época ya tenía una reputación en el mundo del arte, premiado y consolidado artista tanto en Europa como en nuestro país. En dicha edición no sólo se aborda el perfil militar del prócer sino que además podemos ver ilustrados instantes de su infancia en Yapeyú, como civil en “La salida de Cádiz” o “La vida en Grand Bourg”, de sus días en familia y de su muerte.
Por otro lado, contamos en el archivo del museo con una historieta que fue enviada por correo a Ricardo Rojas por un conocido, ilustrada por el artista boliviano Víctor Valdivia. La misma se empezó a publicar el 27 de mayo de 1950 en el Diario El Día, de la ciudad de La Plata.
Valdivia nació en Potosí en 1897, fue caricaturista de la política y del teatro. Arribó a Buenos Aires gracias a una beca de su país en 1918 para estudiar Bellas Artes, siendo discípulo del postimpresionista Pío Collivadino.
Colaboró en las revistas “El alma que canta”, “Plus Ultra” y “Páginas de Columba” y en el diario “Última Hora”. Fue uno de los grandes dibujantes de “Caras y Caretas” (entre 1925 y 1939), de la que llegó a ser jefe de dibujantes. Ilustró para las editoriales Atlántida, Kapelusz y Estrada. Realizó exposiciones colectivas e individuales en galerías tan prestigiosas como la de arte argentino y latinoamericano Witcomb.
Su singular estilo combinaba modernidad y autoctonismo, especializándose en temas históricos y en tradiciones americanas, en particular recreativas del imaginario del Altiplano. La obra de Valdivia es ejemplar de la magnífica calidad que alcanzó la Argentina en cuanto a ilustración en la prensa gráfica en las primeras décadas del siglo XX.
Tal como varios de sus colegas (como Oscar Soldati o Juan Carlos Alonso), Valdivia se expresó a través de la pintura de caballete y la ilustración periodística con pareja solvencia, y como ellos, en la primera se mantuvo dentro del clasicismo de su época, en tanto en la segunda descolló al apropiarse de los nuevos estilos para descollar con dibujos innovadores, en ocasiones deslumbrantes.
Su itinerario expone también el imperio editorial de la prensa gráfica argentina del período, que atrajo hacia Buenos Aires a muchos de los más dotados artistas españoles y también latinoamericanos, como al peruano Julio Málaga Grenet y a él mismo, de amplio reconocimiento en su país natal, Bolivia. Seudónimos que le reconoce el historiador del humor argentino Siulnas: Fáber, Quino y Cachito. También fue pianista, cursando estudios también en Buenos Aires con el maestro Alberto Williams. Falleció en Bolivia en 1967.
“El Santo de la Espada” representa para la literatura argentina una consolidación histórica de la identidad nacional en la compleja figura de José de San Martín no sólo como prócer sino como un hombre de “sencilla grandeza”, según palabras de Rojas.
